El día de hoy ha sido uno de los más felices de mi vida ya que he visto estampas que me han hecho volver allá por los ochenta cuando el paso de Nuestro Padre Jesús de las Misericordias pasaba fatiguitas y sus costaleros iban de "mármol a mármol".
El hecho se ha producido cuando mi hermano Marco ha llegado al ensayo y con una cara de felicidad increible, como hacia tiempo que no se la veía, se ha acercado a la parihuela de ensayo y sin querer queriendo, ha dicho que a él le gustaría darle una "chicotaita" para recordar viejos tiempos.
Dicho y hecho. En un pis pas, chaqueta fuera y molia puesta. La gente de la Candelaria tiene un corazón muy grande y, siempre que puede, comparte con todos eso que no tiene nombre y no se puede explicar con palabras.
Me dí la vuelta y ví como Antonio Pedro llamaba al llamador y mi hermano Marco se disponía a levantar en su pata derecha, esa que durante algunos años llevó con amor y fortaleza, con bondad y cariño, con sencillez y humildad, esa que le dió devoción al Rey de Reyes, su devoción al Moreno de la Plata.
Al toque de llamador, el paso al cielo y kilos de recuerdos inundaron mi cabeza de aquellos años difíciles donde algo más que la fuerza hacía que los hermanos costaleros del Misericordia salieran y entraran en Santa Ana.
Os aseguro que en ese momento, mi hermano ha vuelto a tener 18/19 años. ¡¡¡Que cara de felicidad!!!
Después de esa corta pero intensa chicotá a los sones de la extraordinaria Sentencia, un fuerte abrazo nos unió en el amor al Moreno, a la Hermandad y a la costalería. Cuando le pregunté como se había sentido su respuesta fué: "extraordinario, pero me ha crujido toda la espalda".... ja, ja,ja. Esos son los años.
Muchas gracias hermano, porque me transmitiste el querer ser costalero de la Plata y convertirte en espejo de la buena gente que quiere lo que hace y hace lo que ama. MUCHAS GRACIAS HERMANO.
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